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La parábola del niño y el caballo

La parábola del niño y el caballo

La oficina estaba ocupada, y el joven aprendiz, Liam, estaba perdido. Su mente bullía de incertidumbres y la ansiedad le roía el corazón. Mientras luchaba por concentrarse en su trabajo, su jefa, Sophia, se dio cuenta de su angustia.

Sophia se acercó a Liam con una sonrisa amable. "Liam, ¿qué te preocupa?", preguntó.

Liam suspiró, con los hombros caídos. "No sé cómo podré terminar mi trabajo. Hay tanto que hacer y me siento perdido".

Sophia asintió, comprendiendo su difícil situación. Le tocó el hombro y le dijo: "Deja que te cuente una historia".

Liam levantó la vista, con curiosidad en los ojos.

"Una vez, un chico y un caballo se perdieron en el bosque", empezó Sophia. "El chico le dijo al caballo: 'No veo el camino a seguir'. El caballo le contestó: '¿Puedes ver tu próximo paso? El niño respondió: 'Sí'. El caballo le dijo: 'Entonces, da ese paso'".

Liam escuchó atentamente, preguntándose cómo se relacionaba esta historia con su situación.

Sophia continuó: "Siempre que la ansiedad se apodere de ti, pregúntate: '¿Puedo ver mi siguiente paso? La mayoría de las veces, la respuesta será 'Sí'. Céntrate en ese único paso y dalo".

Liam meditó sus palabras, dándose cuenta de la sabiduría que encerraban.

"Recuerda, Liam", dijo Sophia, "cada paso adelante, por pequeño o imperfecto que sea, te acerca a tus objetivos. Acepta el desorden del crecimiento y no esperes a la perfección para iniciar tu viaje. La magia ocurre cuando pasas a la acción, no mientras esperas al margen".

Liam sintió que se le quitaba un peso de encima. Miró a Sofía con gratitud. "Gracias", dijo. "Necesitaba oírlo".

Sofía sonrió cálidamente. "Recuerda al niño y al caballo siempre que te sientas perdida o ansiosa. Concéntrate en tu próximo paso y confía en que te llevará en la dirección correcta".

Desde aquel día, Liam llevó consigo la lección de Sofía. Cada vez que le asaltaba la ansiedad, se preguntaba: "¿Puedo ver mi siguiente paso?". Y con cada paso que daba, se sentía más seguro, sabiendo que se acercaba a sus objetivos, paso a paso.

Recuerda al niño y al caballo cuando estés perdido y asustado. Pregúntate si puedes ver el siguiente paso. Si puedes, dalo. No esperes la perfección. Acepta el desorden del crecimiento. La magia ocurre cuando actúas, no cuando esperas. Da ese paso y confía en que te llevará adonde quieres estar.

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